ARTICULACIONES SANAS

Los movimientos que realizamos cada día están promovidos por los músculos que, de forma coordinada, tiran de los huesos que componen nuestro esqueleto y lo guían en la dirección correcta.

Pero, ¿sabías que el movimiento que requiere el esqueleto no se produciría si no hubiera articulaciones entre los huesos?

La mayoría de las articulaciones permiten a cada uno de nosotros realizar una amplia gama de movimientos, lo que garantiza que podamos manipular objetos y realizar una gran variedad de movimientos, como caminar, sentarse o correr.

Las articulaciones son lugares de conexión entre dos o más huesos y pueden clasificarse según el grado de movilidad que proporcionan:

• Inmuebles o sinartrosis (por ejemplo, las articulaciones entre los diferentes huesos del cráneo): articulaciones fibrosas, situadas entre dos huesos, que se caracterizan por ser inflexibles.
• Semimóvil o anfiartrosis (por ejemplo, la articulación de la cadera y la columna vertebral): articulaciones flexibles y cartilaginosas que permiten cierto movimiento, evitando el desgaste excesivo y ayudando al deslizamiento de unos huesos sobre otros en situaciones específicas, como el parto. 
• Móvil o diartrosis (por ejemplo, la articulación del hombro, la rodilla y el codo): articulaciones flexibles, caracterizadas por la presencia de bolsas sinoviales, que contienen el líquido sinovial. Este líquido contribuye a la protección, nutrición y lubricación de la articulación, facilitando sus movimientos y permitiendo que los cartílagos se deslicen unos sobre otros sin fricción y, por tanto, sin desgaste. 

En Portugal, muchos de los informes de dolor corporal están relacionados con el dolor articular. Hay varios factores responsables de los cambios articulares:

• Edad: a medida que envejecemos, el líquido sinovial disminuye y el cartílago se desgasta cada vez más por la fricción natural, lo que hace que las articulaciones sean más rígidas y menos flexibles.
• Exceso de peso: mayor desgaste de las articulaciones debido al peso adicional que hay que soportar.
• Deporte: en el caso de una actividad deportiva intensa, regular y de alto impacto, como la carrera, las articulaciones son la parte del cuerpo más afectada.
• Carga excesiva: las articulaciones están sometidas a un mayor desgaste por el uso repetitivo de las pesas a lo largo del tiempo.

El primer paso, cuando se habla de atención conjunta, es una clara apuesta por la prevención. Una dieta sana que permita controlar el peso y la práctica de actividad física no sólo contribuyen a mantener la salud de las articulaciones, sino que también ayudan al buen funcionamiento del organismo. El ejercicio físico de bajo impacto, como la natación o el ciclismo, fortalece los músculos que rodean la articulación y reduce la presión sobre los propios huesos. Así, además de proteger las articulaciones, ayuda a controlar el exceso de peso, a mejorar el equilibrio, la coordinación motriz y la fuerza muscular. 

Sin embargo, debido a las diversas exigencias de nuestra vida diaria, no siempre es fácil comer de forma saludable o realizar actividad física. Por ello, la suplementación con alimentos se está convirtiendo en una fuente cada vez más importante para que nuestro cuerpo pueda obtener las cantidades deseadas de todas las sustancias necesarias para una buena salud articular. Actualmente existen en el mercado fórmulas avanzadas para las articulaciones y el cartílago, con composiciones ricas en glucosamina, condroitina, harpagofito y metilsulfonilmetano, entre otros componentes, que favorecen la mejora de la movilidad y la flexibilidad articular.

El cuidado de sus articulaciones es de gran importancia para su calidad de vida. Apuesta por la prevención y refuerza la salud de tus cartílagos y articulaciones.

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